(Caracas, 1906 - 2001) Escritor y político venezolano.
Después de Rómulo Gallegos, es el escritor venezolano que de más
celebridad y consideración ha disfrutado en el siglo XX. Su novela Las lanzas coloradas,
con la que se dio a conocer cuando contaba apenas veinticinco años,
contribuyó a forjar la tan hispanoamericana tradición del "realismo
mágico".
Fueron sus padres Arturo Uslar Santamaría,
de ascendencia alemana, y Helena Pietri Paúl, descendiente de corsos
afincados en el estado Sucre. Su bisabuelo paterno, el general Juan
Uslar, luchó en la guerra de Independencia, y su abuelo materno, el
general Juan Pietri, fue presidente del Consejo de Gobierno en los
inicios del régimen de Gómez. Tanto su padre como su abuelo fueron
generales en el ejército venezolano.
Siempre se
ufanó Uslar de descender de luchadores por la Independencia de Venezuela
y servidores de la patria, y solía destacar la presencia en su tronco
familiar de un edecán de Simón Bolívar y de dos presidentes de
Venezuela, Carlos Soublette y Juan Pablo Rojas Paúl.
No
es de extrañar, con tales antecedentes familiares y el hondo sentido de
la responsabilidad histórica y ciudadana que le inculcaron sus padres a
Uslar desde niño, que dirigiera una buena parte de sus esfuerzos a
labrarse una trayectoria política. Son legión los cargos públicos que
desempeñó. Fue tres veces ministro: de Educación (1939-1941), de
Hacienda (1943) y de Relaciones Interiores (1945). Ocupó la Secretaría
de la Presidencia de la República (1941-1943) en el mandato de Isaías
Medina Angarita.
Como representante del pueblo, fue
electo diputado a la Asamblea Legislativa en 1944 y senador en el
Congreso Nacional por el Distrito Federal (1958). Y como líder político
presentó su candidatura a la presidencia de la República en 1963, con el
lema "Arturo es el hombre". Obtuvo 16,1 por ciento de la votación
nacional, porcentaje importante en un régimen electoral como el
venezolano, de mayoría simple en única vuelta de escrutinio.
Uslar
había estudiado primaria y secundaria en el Colegio Federal de Maracay y
en el Liceo San José de Los Teques. Por su familia, vinculada a los
círculos del poder gomecista, pudo conocer de cerca el complejo
entramado de pasiones que lo caracterizaba y hacerse una temprana idea
de la personalidad del último gran caudillo venezolano. Este
conocimiento de primera mano le fue muy útil a la hora de escribir
relatos situados en esta época y, sobre todo, una de sus más notables
novelas, Oficio de difuntos (1976).
Arturo Uslar Pietri en su estudio
En
1924 regresó a Caracas e ingresó en la Facultad de Derecho de la
Universidad Central de Venezuela. Cuatro años antes había comenzado a
publicar sus primeros textos en la prensa. En Caracas frecuentó
asiduamente los círculos literarios, donde trabó amistad con los
escritores Fernando Paz Castillo y Miguel Otero Silva. Juntos, los tres
fundaron en 1928 la revista Válvula, en cuyas páginas encontró Venezuela
un eco de las vanguardias europeas.
Ese mismo año, Uslar recogió sus primeros cuentos en Barrabás y otros relatos.
Y también estallaron las revueltas estudiantiles contra el régimen de
Gómez que llevarían a la cárcel a muchos jóvenes escritores: Otero
Silva, Antonio Arráiz, Andrés Eloy Blanco, entre otros. Arturo Uslar,
hijo obediente de una notoria familia gomecista, aceptó en cambio el
cargo de agregado civil en la legación de Venezuela en París, ciudad
donde permaneció durante cinco años.
Sin el período
parisino, muy posiblemente su destino literario habría sido otro. La
formación de su sensibilidad e intereses acabó de tomar forma al
contacto con escritores y artistas que conoció, como Paul Valéry, Robert
Desnos y André Breton, o frecuentó, como Ramón Gómez de la Serna, a
cuyas tertulias en un cafetín de Montparnasse solía asistir.
Sobre
todo, en París descubrió que otros latinoamericanos comenzaban a forjar
novedosas herramientas literarias para abarcar con ellas la
singularidad histórica y cultural de sus orígenes. El guatemalteco
Miguel Ángel Asturias y el cubano Alejo Carpentier, con quienes se
reunía y conversaba, fueron influencias determinantes en este terreno,
donde acabaría perfilándose lo mejor de la obra de Uslar, y que por lo
pronto dio sus frutos en su primera novela, Las lanzas coloradas (1931), recreación imaginativa de las guerras de Independencia venezolanas.
Años
después, Uslar afirmaría que él había inventado el realismo mágico, ya
que con la publicación de esta obra se había adelantado a sus amigos
latinoamericanos en París. Que ello sea cierto o no es un detalle
subsidiario; lo importante es que Las lanzas coloradas se sumó a Cubagua,
de Enrique Bernardo Núñez otra novela publicada en ese año de gracia
para la novelística venezolana que fue 1931, y que ambas le dieron a los
venezolanos que quisieran abordar imaginativamente los hechos
históricos un enfoque novedoso, alejado de los convencionalismos
retóricos y la compulsión hagiográfica habituales en este género. Y más
allá de Venezuela, la publicación de la primera novela de Uslar "abrió
la puerta para lo que sería luego el reconocimiento de la novela
latinoamericana en todo el mundo", en opinión del novelista peruano
Mario Vargas Llosa.
Uslar Pietri en una imagen de 1997
Sin
solución de continuidad, Uslar regresó a una Caracas provinciana y
aletargada por la censura en 1934 y prosiguió su carrera literaria.
Publicó artículos y ensayos de crítica y reflexión sobre asuntos
literarios en la revista El Ingenioso Hidalgo, fundada por él mismo con
la ayuda de su primo Alfredo Boulton y los escritores Julián Padrón y
Pedro Sotillo. El 14 de julio de 1936, siete meses después de la muerte
del "Benemérito", publicó en el periódico Ahora, el que habría de
convertirse en su artículo más leído y comentado: "Sembrar el petróleo".
Allí levantaba la voz para pedirle a los gobernantes de Venezuela que
no despilfarraran el oro negro, cuya explotación había comenzado a
hacerse intensiva hacía pocos años, y lo utilizaran para dotar al país
de actividades capaces de garantizar el sustento de sus habitantes.
Por
lo demás, durante estos años y hasta el derrocamiento del gobierno de
Medina Angarita, en 1945, Uslar desplegó todos sus esfuerzos en el
terreno de la política, bien participando directamente en el gobierno y
presentándose ante los electores, bien ejerciendo su influencia en la
opinión pública. Desde los inicios del diario El Nacional, en 1943, fue
uno de sus más constantes articulistas.
Los títulos
mismos que dio a su columna en este medio "Pizarrón" así como
posteriormente a los programas televisivos que dirigió y presentó
("Valores Humanos" y "Cuéntame a Venezuela") delatan su inmenso afán
didáctico. Paralelamente a sus actividades políticas, periodísticas y
estrictamente literarias, Uslar ocupó diversas cátedras universitarias:
las de Economía Política (1937-1941) y Literatura Venezolana (1948) en
la Universidad Central de Venezuela y la de Literatura Hispanoamericana
en la Universidad de Columbia, en Nueva York (1947).
De
1945 a 1950 marchó al exilio a Nueva York. Por supuesto, aprovechó su
estancia en Estados Unidos para dedicarse más a fondo a su obra
literaria, y publicó la novela El camino de El Dorado (1947), el libro de cuentos Treinta hombres y sus sombras (1949) y los ensayos Sumario de economía venezolana y Letras y hombres de Venezuela,
ambos en 1948. Pero Uslar no perdonó nunca el golpe de mano contra el
gobierno de Medina Angarita perpetrado por la junta civicomilitar
encabezada por Rómulo Betancourt y los "adecos".
Ello explica en buena medida su actitud siempre crítica y
distante con el poder durante el largo período de la IV República
(1958-1998). Durante este período aceptó sólo un cargo oficial, el de
representante de Venezuela ante la Unesco, en París, a mediados de la
década de 1970. En 1983, cuando estalló la crisis del endeudamiento y se
puso de manifiesto por primera vez la hondura del quebranto económico
del país, no se mordió la lengua para señalar una de sus raíces más
profundas: "Venezuela está cansada del viejo y podrido disco de las
promesas populistas con las que nunca ha podido salir adelante. El
populismo es, en una proporción inmensa, el causante de todos los
resultados negativos que hemos confrontado en estos años".
El
prestigio de Uslar Pietri en Venezuela era enorme. Sus opiniones sobre
cualquier asunto eran esperadas y, en algunos casos, temidas. Mucho
antes de entrar en la vejez, vio como sus obras ingresaban en los planes
de estudio de colegios y liceos. Todo venezolano nacido en la década de
1950 ha tenido forzosamente que leer alguna página de este escritor.
Aguardó en vano el galardón que más codiciaba: el Premio Cervantes. Pero
ningún otro escritor venezolano obtuvo como él tantos premios y
galardones por su obra narrativa, incluido el premio de novela más
prestigioso del ámbito hispánico, el Rómulo Gallegos, y ha sido el único
venezolano en recibirlo.
El fallo del jurado del Príncipe de Asturias, que le fue otorgado en 1990 por la novela La visita en el tiempo,
reconoce en él al "creador de la novela histórica moderna en
Hispanoamérica, cuya incesante y fructífera actividad literaria ha
contribuido señeramente a vivificar nuestra lengua común, iluminar la
imaginación del Nuevo Mundo y enriquecer la continuidad cultural de las
Américas". Uno de los miembros del jurado, el novelista mexicano Carlos
Fuentes, considera que Uslar ha forjado "una concepción moderna de la
novela, ofreciendo las sombras y las luces del proceso histórico", y que
es el precursor de una concepción de la literatura en la que se
reconocen otros autores, como el colombiano Gabriel García Márquez.
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/u/uslar.htm