lunes, 9 de marzo de 2015

Entrevista a Arturo Uslar Pietri...

Turismo vital para salir de la crisis
A pesar de su avanzada edad, que ya pasa de los 90, luce tan robusto como un viejo oso. Al parecer el inexorable paso del tiempo no ha sido capaz de mitigar su enorme fuerza, tanto física como intelectual.



El intelectual venezolano Arturo Uslar Pietri, en entrevista exclusiva realizada por nuestro director Alvaro Parra Pinto, señala la importancia de superar el modelo de monoproducción petrolera, indicando que los venezolanos debemos aumentar nuestros esfuerzos y producir una mayor riqueza en vez de esperar que ésta nos “caiga del cielo”. Sugiere que dediquemos la mayor parte de “nuestros esfuerzos, nuestro sudor y nuestras lágrimas a la tarea de construir una nueva Venezuela.” Ahora bien, ¿cuál es esa nueva Venezuela a la que se refiere? ¿En qué se parece a la Venezuela de hoy día? Dejemos que sea Uslar Pietri quien responda.
Al ser abordado en su amplia quinta de La Alta Florida, Arturo Uslar Pietri se nos presenta como un anciano cordial, sencillo y lúcido. Lo encontramos sentado en un gran sillón de cuero, rodeado por miles de libros cubriendo las paredes, desde viejos y desgastados tomos de la historia universal hasta textos relucientes sobre la teoría del Big-Bang y otros temas científicos. Es un hombre sumamente alto y grueso, de cabellera canosa, ojos despiertos y distinguidos. A pesar de su avanzada edad, que ya pasa de los 90, luce tan robusto como un viejo oso. Al parecer el inexorable paso del tiempo no ha sido capaz de mitigar su enorme fuerza, tanto física como intelectual.
El ganador del Premio Príncipe de Asturias y el Premio Rómulo Gallegos se aclara la garganta antes de romper el silencio con su ronca y característica voz. A pesar de haber sido ministro y candidato presidencial en el pasado, hoy en día se mantiene retirado casi por completo del ámbito político, aunque nunca ha dejado de ser uno de los principales forjadores de la opinión pública nacional.
Venezuela se ha visrto sacudida por una creciente crisis durante loos últimos años, tal como usted ha señalado en numerosos artículos periodísticos y entrevistas de televisión. ¿Cómo definiría, en pocas palabras, la crisis económica por la que atraviesa Venezuela?
Como la peor crisis vivida en nuestro país. La culpa ha sido de los diferentes gobiernos de turno, ya que despilfarraron los fondos obtenidos de la venta del petróleo, sobre todo durante el llamado “boom petrolero”. Hace más de cinco décadas, cuando Venezuela apenas comenzaba a perfilarse como una nación petrolera, yo le advertí a las autoridades de entonces acerca del peligro de desarrollar una economía basada en la monoproducción. En reiteradas oportunidades señalé que había que desarrollar la economía nacional en todos los ámbitos, incluyendo la agroindustria, el comercio y otras actividades importantes como el turismo..
¿Qué importancia tiene el turismo en este proceso de desarrollo que usted tanto ha defendido?
Como ya mencioné, el desarrollo del turismo, así como de las principales industrias nacionales, es vital para diversificar la economía, para liberarnos de este sistema monoproductivo. Venezuela es un país con grandes recursos. Siempre lo ha sido. El turismo, junto con esas industrias, juega un papel fundamental dentro del proceso de diversificación que tanto necesita nuestra economía. No podemos seguir dependiendo del petróleo. Lo he repetido por más de 50 años.
¿Qué lo llevó a Ud. a comenzar a impulsar esta premisa?
Bueno, hace 50 años una profunda transformación económia y social apenas comenzaba. La población total del país era de menos de tres millones de habitantes. La incipiente industria petrolera apenas comenzaba a transformar nuestro pequeño, pobre y retrasado país en uno mucho más moderno y rico. La clave de este desarrollo tuvo lugar en 1943, bajo el gobierno del Presidente Medina , cuando fue modificada la base legal de la industria petrolera. A partir de entonces se permitió que empresas extranjeras interesadas en explotar los recursos petroleros venezolanos lo hicieran a través de concesiones – o derechos de explotación – otorgados por plazos de hasta 40 años. Esta medida, como era de esperase, atrajo una amplia e importante grupo de inversionistas extranjeros a Venezuela, principalmente estadounidenses y británicos. Fueron estos inversionistas extranjeros quienes impulsaron, en muchas formas, la gigantesca transformación que se iniciaba en el país. La frase de “sembrar el petróleo” es del merideño Alberto Adriani, quien también sentía gran preocupación por diversificar nuestra economía. Yo la tomé prestada de Adriani cuando comencé a señalarle a las autoridades la necesidad de diversificar la economía.
¿A su juicio, siguieron los gobiernos de turno ese valioso consejo?
Nunca lo hicieron. De hecho, nunca se supieron administrar los ingresos petroleros en forma acertada. Venezuela terminó convirtiéndose cada vez más en un país monoproductor, dedicado exclusivamente a la explotación del crudo. Sobre esta actividad basó su economía y el colmo es que los diferentes gobiernos de turno despilfarraron los enormes ingresos derivados de nuestra principal industria en vez de invertirlo para desarrollar otras industrias secundarias. A nadie parecía importarle. Durante el “boom” las riquezas derivadas de la venta de petróleo caían como del cielo, como una especie de maná, aparentemente ilimitadas. Debido a esto, el estado venezolano comenzó a crecer en forma desmedida y a asumir un rol cada vez más paternalista, hasta convertirse en un estado excesivamente sobreprotector, estatista, populista, en fin, en una especie de «San Nicolás, regido por el “estatismo” y el “populismo”. En el pasado, los gobernantes emplearon la riqueza excesiva generada por el “boom” petrolero para financiar todo tipo de ayudas económicas y subsidios. Como verdaderos parásitos, numerosos venezolanos llegaron a depender enteramente de la ayuda oficial. El populismo se convirtió en “el pan de cada día”. En vez de enseñarle a los venezolanos cómo generar riqueza a través del trabajo y el esfuerzo colectivo, se les enseñó a pedirle ayuda al sector oficial. Pero esta riqueza no era el producto del esfuerzo directo de los trabajadores o de un aumento de sus capacidades productivas, así que muchos venezolanos se convirtieron en “malcriados”. Y cuando el boom petrolero finalmente se acabó, el Estado se halló de pronto sin los fondos para continuar subsidiando la economía nacional. Fue entonces cuando el país se sumergió en la crisis, la peor en toda la historia venezolana.
¿Usted le ve alguna salida a la crisis?
Claro que sí. Desde hace 60 años he venido repitiendo la necesidad de que hay que “sembrar el petróleo”, como tanto enfatizó Adriani antes de su muerte prematura. Desde hace seis décadas he venido señalando la necesidad de tener prudencia, previsión y de una inversión adecuada del inmenso y transitorio ingreso recibido de la industria petrolera. Debido a que las cosas no se hicieron como era debido, el país ahora sufre las concecuencias, ahora lo que hace falta es un verdadero cambio de actitud en los venezolanos.
¿Cuál es ese cambio de actitud que Ud. dice que hace falta?
Si realmente queremos ponerle punto final a la crisis, lo primero que tenemos que hacer es reconocer que la riqueza no lloverá del cielos. Un nuevo “boom” petrolero no está previsto, así que la única forma de aumentar nuestras productividad es a través de una labor ardua y sistemática. Por eso hay que aumentar los esfuerzos para producir una mayor riqueza, es decir, trabajar más para producir mejores resultados. Por supuesto, también debe redefinirse el rol del estado si realmente deseamos una nación más productiva. Acabar con el estado “San Nicolás”  que hace falta es un verdadero cambio de actitud en los venezolanos.
En conclusión, ¿qué podemos hacer los venezolanos?
Debemos abrir los ojos y mantenerlos abiertos. Necesitamos aprender de los errores cometidos durante las últimas cinco décadas y evitar repetirlos. Las nuevas generaciones deben comenzar a hacer lo que las anteriores no supieron o no pudieron hacer. La crisis está obligando a muchos venezolanos a cambiar. La base de una economía nueva y más productiva debe ser sentada. Necesitamos rectificar y olvidarnos – de una vez por todas – del Estado San Nicolás. Necesitamos dedicarle la mayor parte de nuestros esfuerzos, nuesto sudor y nuestras lágrimas en construir una nueva Venezuela.
(A.P.P.)

La opinion vigente de Arturo Úslar Pietri