Columna:
Pizarrón- Diario El Nacional
Autor:
Arturo Uslar Pietri
Año: 1997
Venezuela
depende de la explotación petrolera en un grado gigantesco. Toda la economía y
la vida social y política del país dependen de esa inmensa fuente de riqueza
que está en manos del Estado. Herodoto, el viejo historiador griego, decía que
Egipto era un don del Nilo. Podría afirmarse hoy, con muy buenas razones, que
la Venezuela actual es una consecuencia de la explotación petrolera.
El país
entero, en todas sus estructuras sociales, en todas las actividades económicas que
se desarrollan dentro de él, depende, fundamentalmente, de la explotación de
petróleo. Esto expresa claramente la temible vulnerabilidad de la vida económica y social del país. Esa
renta, que no refleja la capacidad productiva de la población sino la
existencia del monopolio petrolero en manos del Estado, constituye la cuestión
más importante que este país tiene planteada para su porvenir. Sin embargo, es
muy poco lo que el país entiende de las consecuencias amenazantes de esta
absoluta dependencia y, en muchas formas, la vida nacional y la mentalidad
colectiva conocen muy poco del hecho de esta dependencia, que pone un signo
angustioso de fragilidad y amenaza para el futuro del país.
Si por
alguna circunstancia, no difícil de prever, el volumen de la explotación
petrolera descendiera siquiera un diez por ciento, Venezuela caería en una
económica y social sin precedentes.
Las
consecuencias negativas para el futuro son enormes y deberían ser el tema de la
preocupación fundamental de la sociedad y del gobierno. Sin embargo, lejos de
ser así, el país entero parece haber aceptado como cosa natural esta amenazante
dependencia y poco o nada se hace para tratar de contrarrestarla y ni siquiera
para despertar en la opinión pública la preocupación por esta amenaza.
En 1936 yo
comencé a advertir los inmensos riesgos
que esta situación representaba para el futuro de la nación. Fue entonces
cuando lance la consigna “sembrar el petróleo”, que no era otra cosa que la
proposición de que la política económica del Estado se dirigiera,
esencialmente, a disminuir tan riesgosa dependencia y a utilizar la renta
petrolera para promover un desarrollo nacional distinto al petróleo. Esta ha debido
ser la preocupación central de los gobiernos y hasta el tema mismo de la
educación pública.
En lugar de
poner toda su atención en la corrección de esa tendencia, los gobiernos
sucesivos del “boom” petrolero se
dedicaron a gastar esos ingresos en la creación de un aparato burocrático que
hoy agobia y empobrece al país. Venezuela se convirtió en una nación estatista
y casi totalitaria, que logro el resultado absurdo de que mientras más crecía
el ingreso público, mas crecía el atraso, la pobreza y la marginalidad.
La
responsabilidad de los gobiernos que ha tenido el país en el último cuarto de
siglo es gigantesca. Ignoraron completamente este problema y se dedicaron no
solo a gastar alegremente, en forma no reproductiva, aquella renta descomunal
sino que, además, llegaron a crear una deuda pública que hoy debe estar cerca
de los cincuenta mil millones de dólares.
Las
posibilidades que hubo de aprovechar esa riqueza para hacer una nación moderna
se perdieron en su mayor parte. Lo que creció fue el Estado monstruoso que hoy
tenemos, la inmensa burocracia improductiva
y el clientelismo político.
Para darnos
cuenta de lo que representa esa oportunidad pedida para siempre bastaría
recordar el hecho de que la reconstrucción de la Europa devastada por la Segunda
Guerra Mundial se llevo adelante con un aporte de alrededor de trece mil
millones de dólares que hicieron los Estados Unidos a través del Plan Marshall.
Lo que el gobierno venezolano recibió a titulo de ingreso petrolero, a partir
de 1973 hasta hoy, como consecuencia del
alza mundial de los precios del petróleo, alcanza la cifra astronómica de 270
mil millones de dólares. Con esos inmensos recursos, Venezuela debería ser el
país mejor desarrollado de América del Sur, el más prospero, el más educado, el más productivo. Sin embargo, desgraciadamente, no ha sido
asi.
Después de
malgastar esa suma descomunal, Venezuela presenta hoy un cuadro de atraso y de
pobreza desolador. Más de la mitad de la población está en pobreza crítica y la
dependencia entera de la vida nacional del gasto público no ha hecho sino
crecer desmesuradamente.
La noticia
que publico la revista inglesa “The Economist” (25-31 de octubre de 1997)
anuncia que podríamos estar entrando en las vísperas de una nueva era de la
producción de energía. Después de la Era del Carbón hemos vivido en la Era del
Petróleo, de la cual Venezuela ha sido favorecida con yacimientos gigantescos,
para entrar ahora en lo que ya se llama la Era del Hidrogeno. Todos los pronósticos
apuntan hacia hecho de la creciente importancia de la producción de energía a
base de una fuente prácticamente inagotable, como es el hidrogeno.
Esta es una
noticia que debería tener amplia consideración en este país y servir de base a
un gran debate nacional sobre el presente y el futuro de Venezuela.
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